Pocas gestas tan magnificas y tan poco conocidas como la empresa de Canarias en América.
A lo largo de estos últimos cinco siglos nuestras Islas se han visto empujadas a perpetuarse más allá de sí mismas cruzando el Atlántico, para transponiendo su propia realidad geográfica proyectarse en América, foco de todos sus anhelos y esperanzas, haciendo de la emigración parte sustancial de su proceso histórico.
Esta presencia se traduce en un variado y muy abundante cúmulo de hechos, realizaciones y gestas de todo tipo a lo largo de todo el continente, pero, sobre todo, en una fuerte y profusa permanencia de los usos, costumbres y tradiciones, junto con una enormidad de vestigios, bienes y recursos de carácter patrimonial, evidencias perdurables de la cultura y la identidad canaria en aquellas tierras.
Igualmente nos cumple con el trabajo, el deber de rendir tributo de gratitud, de admiración y de respeto a cuantos transitaron siempre con dignidad y decoro los caminos dispersos de nuestra emigración, llevando con orgullo y señorío el gentilicio canario, porque la tradición de un pueblo no es el pasado muerto, sino todo lo que del pasado sobrevive allá donde se encuentre.